Arguedas despide a sus monjicas

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Tras once años, las hermanas de la Fraternidad Reparadora Apostólica del Corazón de Cristo Sacerdote dejan la localidad ribera

Las hermanas de la congregación religiosa de la Fraternidad Reparadora Apostólica del Corazón de Cristo Sacerdote, convento que está en Oropesa (Toledo), dejarán definitivamente Arguedas el próximo sábado 29 de junio, tras casi once años de servicio en la localidad arguedana. Llegaron el 23 de noviembre de 2008 por petición expresa del entonces párroco Santiago Jiménez.

El pasado domingo, festividad del Corpus Christi, recibieron un merecido homenaje con la iglesia llena de feligreses de todas las edades. Tras la misa, y antes de la procesión, Judith Jiménez, directora del colegio público Sancho Ramírez y catequista, leyó unas palabras de agradecimiento. También Rosa Lasheras, que colabora con la parroquia, les dedicó unas palabras. Finalmente, el grupo musical que canta en la misa de los domingos les obsequió con una canción con letra de una de las hermanas y compuesta musicalmente por Manolo Íñiguez, que al final les entregó un CD con la grabación de esa melodía.

La religiosa Marijose agradeció a todo el vecindario el trato exquisito que han recibido en Arguedas en estos once años; dio gracias a Dios por todos estos años de convivencia y pidió perdón por los momentos en los que demostró mal humor con alguna persona. Aseguró que “en Arguedas hemos estado en el cielo”. “Gracias a todos por vuestro cariño, amabilidad y disposición para asegurarnos la comida diaria. Habéis sido demasiado generosos”, dijo.

En estos once años han pasado por Arguedas cinco religiosas, siempre por parejas, para atender los servicios de la parroquia de San Esteban; orar todas las mañanas ante el Santísimo Sacramento en la pequeña capilla instalada en la sacristía; enseñar la vida de Jesús con el ejemplo y visitar y acompañar a las personas mayores o enfermas todas las tardes de la semana. Poco a poco se ganaron el cariño de todos los vecinos y vecinas, fueran o no practicantes de misas y oficios religiosos. La hermana Marijose ha estado todo este tiempo y en los once años ha compartido tareas, hogar y oraciones con sus compañeras Engracia, Beatriz, Elvira y María. Su marcha es muy sentida por muchísimas personas, sobre todo nuestros mayores que han recibido su cariño, comprensión, ternura y compañía.

Texto: Javier Ubago / Fotos: Emi Bronte / Javier Ubago